sábado, 27 de septiembre de 2008

La Hechicera Pichuca


Soy un café en grano.
Puro, de buen origen y gran aroma.
Siempre dispuesta y pendiente de etiquetar.
Instrucciones de uso: primero, molerme bien y después, tomar al gusto...
Y a mí, como más gusto me da es cuando me toman con sal -sí, con sal-, y es que a veces necesitaríamos montañas de café con sal para escupir lo que llevamos dentro. Dejamos de existir sin haberlo dicho todo.
La comunicación es compleja. Palabras, miradas, gestos y nuestra postura corporal se entremezclan en un baile que nos acompaña mientras, por ejemplo, tomamos un café.
Cuenta una leyenda que un pastor observaba cómo sus cabras saltaban excitadas y llenas de energía después de comer los frutos rojos y las hojas de unos arbustos. Ante tal misterio, el pastor decidió llevar algunas ramas y frutos al Abad de un monasterio, el cual, cocinó la mezcla.
Al probar el amargo sabor que producía la bebida arrojó al fuego el cuenco produciéndose al instante un aroma embriagador.
Fue ese aroma lo que inspiró al Abad a hacer una nueva bebida: café tostado.
Yo también salto excitada y me lleno de energía con una taza de café y eso sí, en buena compañía, porque no me tomo un café con cualquiera.

2 comentarios:

niharaqurv dijo...

BIENVENIDA !
Por fin te estrenas !!!
Y prometes...moler..tomar al gusto..y echarlo todo..vaya vaya

LU dijo...

Café con sal. SOCORRO. Habrá otras formas menos drásticas, no? Es que solo de pensarlo…