jueves, 12 de febrero de 2009

La otra Navidad

La luz era tan brillante que le obligaba a entrecerrar los ojos, mientras el trazo del perfilador dibujaba una sonrisa difícil de entender. La mano le temblaba. No podía olvidarse la bufanda, pensó, ni los guantes. Después un último vistazo a todo, una pequeña despedida, triste como si nunca más fuera a regresar a casa.

De pequeña nunca había tenido miedo, miedo a perderlo todo, miedo a perder incluso la vida. Sus abuelos lo llenaban todo, le daban estabilidad, y también los amigos imaginarios, y estos últimos no eran unos amigos imaginarios cualquiera, eran chamanes o astronautas recién llegados de algún planeta.


-La enfermera te explicará para qué es -le dijo el conserje tendiéndole una llave. El conserje se esforzaba en sonreír.

-Vale!

Desde ese instante ya no tuvo cobertura ni para el teléfono móvil... y nadie sabía dónde estaba. Tal vez no fuera tarde para huir... pero huir, a dónde? con algo terrible que guardaba en su interior.

Dejó sus cosas en una consigna, incluso el móvil y después, respirando muy despacio y con pasos también muy lentos caminó hasta la sala que le habían indicado. Le pareció muy injusto que oliera a café mientras ella estaba en ayunas y que algunas enfermeras cantasen villancicos.

-Cama 1- le gritaron.

-Vale! 

Quería que el tiempo avanzase, quería salir de aquel lugar. Estaba tan asustada que lo que menos le importaba era el frío o el dolor, su preocupación era el olor de la sangre que poco a poco lo iba empapando todo. 

-Pero, esto qué es? - gritó alguien.

-Es esmalte - dijo la chica.

-Ya veo, ya veo... no se pueden traer la uñas pintadas, no lo sabes?

-No.

-Pero venga no llores, encontraremos algo para quitártelo.

-Si no lloro.

-No?

-No, sólo lo parece.

Poco a poco el morado dio paso a las uñas transparentes, poco a poco ella comenzó a desaparecer.

-Pero mira que buen color tienen.

Otra enfermera se acercó y comenzó a repasar sus uñas de nuevo.

-Pero has visto que color de uñas!

-Creo que es lo que se lleva... -le respondió la primera.

-Por cierto, cuántos años tiene el chico que están operando en el 2?

-Cuarenta años.

-Ya me había parecido muy joven. El páncreas... Ya te dije que a mi prima la dejan volver a casa en Navidad? ... para despedirse...

-Pero... no sabía...


-Nos vamos -le dijo un celador...- no te habré despertado??

-No.

-Te han hecho esperar mucho? es que hoy se ha complicado el día.

La chica asintió, claro, el paciente del 2 pensó. También pensó que ella creía que los quirófanos estaban siempre en lugares subterráneos pero el celador la llevaba a un piso superior. El ascensor, los pasillos eran un caos.

-Aquí se acaba el viaje princesa... ehhhh no me digas que ya me has cogido cariño...

-Quiero irme contigo...

-jajjajaj, volveré a buscarte.


Y efectivamente volvió a buscarla. Le tocó la frente con el dorso de la mano y le humedeció los labios antes de devolverla a su habitación. En media hora volvió el color a sus mejillas, y también la sonrisa.

-Dime la verdad. Dónde dirías que estuve hoy?

-No lo sé, dímelo tú -le siguió la broma el celador.

-Estuve de compras, ultimando los regalos... y a media mañana un Starbucks.

-Genial... Sabes?, me han dicho que en una hora puedes irte a casa. Feliz Navidad! ahora tengo que seguir trabajando.

-Feliz Navidad. 

El patrón


El corazón de Valentina es un laberinto, por eso, si no tienes cuidado de girar siempre a derecha o izquierda, acabas atrapado... sólo es cuestión de tiempo que tropieces con ese trastero en el que descansan sus desamores. Lo imagino cubierto por una delicada capa de polvo, con telarañas y en una penumbra roja, y en medio, mezclados todos esos seres amados. No sé como se llevarán un banquero y un aventurero, un pintor (de brocha gorda) y una frustrada actriz, un cuenta cuentos y una ama de casa... Posiblemente después de conocerse serán conscientes de que entre ellos hay más acuerdos que desacuerdos.

Y es que en la vida hay cosas que se repiten fieles a un patrón,.

-Hola!

Con sólo una palabra sabías que se había enamorado, y con ella todos nosotros, porque Valentina es así. Sus amores solían llegar envueltos en timidez y poco a poco nos robaban el corazón y todos amábamos ese amor y nos entristecíamos porque sabíamos que Valentina era demasiado fiel a su patrón. Que por mucho que luchara siempre acababa por encontrar a otra persona, y ya podías jugarte el tipo en un triple mortal, ya podías conseguirle una estrella... toda una constelación...

-Solo es cuestión de redistribuir el espacio...

-Pero qué dices?

-En un corazón pueden vivir tantos seres como nosotros creamos...

-Esto no es lo de “dónde comen dos comen tres”, estamos hablando de amor.

-Ya.

-Y?

-Qué insinúas? Acaso crees que no les quiero?

-La ética Valentina...

-Ética es lo que yo les ofrezco.

-Ya conozco tu ética... o lo tomas o lo dejas verdad?

-No me riñas.

-Cómo te voy a reñir si eres mi amiga! pero sabes? a veces pienso en todas estas personas que nos regalaste, en todos los que sufrieron y se rieron contigo y los imagino encerrados en algún lugar de tu corazón... como si viajaras siempre con una carga extra, con un corazón grande y superpoblado...

Valentina se toca el pecho prestando especial atención al latido arítmico de su corazón.

-Pues yo pienso que P lo ha pintado de un hermoso color púrpura, que M cocinará esos pequeños gnoquis de patata y queso cada domingo y -Valentina sonríe- esto te gustará, pienso que J planeará cientos de expediciones en busca de la libertad... antes de saber que en realidad mi corazón no es un mal lugar en el que vivir...

-Eres increíble, me doy por rendida...

-Mal momento para rendirte, vuelve aquí -le grita y la sigue- acaso crees que no me han roto el corazón, maldita sea!

-Como a todos.

-Les quiero más que a mi vida, y lo que he sufrido lo se yo.

Cuando Valentina dijo eso me di cuenta de que no existe ese patrón en el que tanto he creído, me di cuenta de que sólo conocía una cara de la luna.

-Pero... tú nunca...

-Venga, sírveme una copa de vino, y por favor pon algo de música.

sábado, 7 de febrero de 2009

si está BIEN

Llevo horas dando vueltas, intentando pensar en cada una de las alternativas. El que dice que la almohada es buena consejera, se equivoca. Ensayo frases de inicio. La comunicación es la base de todo.

Ya sé, aprovecharé la hora de la comida. Mejor una cena. No, en casa... Ir al aeropuerto. Nunca lo hago, ni tan siquiera estoy segura de la hora de llegada.

Me destapo y siento frío. Tiro del edredón hacia arriba. Me giro hacia el otro lado. No quiero ver la hora. Cierro los ojos y aprieto con fuerza los puños (decías que era un truco para conciliar rápidamente el sueño, me hacía tanta gracia …) No se oyen coches en la calle. No entra luz por el pequeño resquicio de la persiana, ni por debajo de la puerta del baño. Parece que el tiempo se arrastra, pero no se mueve. Voy a la cocina entre la oscuridad. Abro la nevera y me deslumbra. Un zumo bien frío me sentará bien.

De nuevo tumbada. Concentración. Respiro suavemente. Visualizo una imagen placentera. El mar, una pequeña cala de arena fina… El rumor de las olas.




¿Y si no quieres comprender?
Las gaviotas sobre el cielo azul…
Puede que hagas ese maldito gesto y me mires con indulgencia (sabes lo mal que me sienta).
El sol de invierno, la suave brisa…

Suena el despertador. Ni un segundo para la duda, me incorporo, me levanto y directa a la ducha. El agua hirviendo, siento el chorro en la cara y el cuerpo. Un café, muy cargado y una nube de leche. Me cambio de pantalones, los negros, mucho mejor.

Diseños, bocetos, decisiones milimetradas, zambullirse de cabeza entre papeles. A punto de reunirme con la jefa, me doy cuenta de que tengo el móvil apagado. Lo busco entre la selva en el interior del bolso. Siempre lo mismo, dónde estará? Marco el PIN, saludo de Nokia… Ojalá fuera así de sencillo, extiendo mi mano hacia la tuya. Cojo los documentos y echo una última mirada a la pantalla.

Podría discutir cada punto, forzar una prórroga para la presentación del proyecto, pero hoy es irrelevante. Cifras, datos, escucho y me dispongo a obedecer todas las órdenes recibidas. Salgo del despacho y camino lentamente.

Dos llamadas perdidas en la madrugada, y un sms con un largo texto de promociones navideñas. Qué raro, tan tarde… ¿Qué está pasando? Tal vez intuyes mi inquietud. No puede ser; simplemente soy una partícula invisible, que co-habita bajo el mismo techo.

Decidido, hay que hablar ya … “No estoy bien. Supongo que es evidente mi apatía… No puedo culparte solamente a ti. No sé desde cuándo… No estoy enfadada, ni dolida. Me he acostumbrado a tus silencios, a tus cambios de planes, a no contar contigo, a improvisar… Me siento muy sola. Me asfixio… Necesito aire, un cambio, vivir, sentir. Quiero viajar, volver a brincar en un concierto, emocionarme en una sala de cine, leer en la cama los domingos por la mañana, comer helado de chocolate, hacer fotos de las calles bajo la lluvia… Pero tú no tienes tiempo para compartir, para hablar, para reír, para soñar a mi lado… ”

Así mismo se lo voy a decir, todo seguido, sin que pueda interrumpir mi discurso. No hay respuestas correctas. Guía, nombres, inicial… Juan deja sobre la mesa los sobres y un pequeño paquete que de inmediato ocupa toda mi atención. Fuera de cobertura, cuelgo y me lanzo a rasgar ese torpe envoltorio (señal que te identifica de inmediato; que tantas risas ha provocado entre tú y yo, incapaces ambos de conseguir un resultado mínimamente digno). Una pequeña libreta de tapas duras y un CD plateado sin rotular. No lo entiendo, ni una nota… Escucho y suena una canción: